"Porque las ideas maduradas dicen más de nosotros mismos, pero menos de la realidad"

domingo, 19 de septiembre de 2010

Intereconomía TV: la televisión que asusta

Las primeras emisiones del canal Intereconomía TV estaban, como su propio nombre indica, íntegramente dedicadas a la información económica, y podían presenciarse a través de las plataformas de televisión digital. Con la aparición de programas de información general, el incremento de las tertulias y su claro posicionamiento ideológico a la derecha de la extrema derecha (siendo benévolos) y su importante expansión originada por su paso a la TDT en abierto, el canal mutó en una cadena con el cartel de generalista, pero que realmente es un altavoz incendiario que permite asomarse a la ventana de todos los hogares a inquietantes y siniestros personajes que antes gozaban de menor trascendencia y repercusión.

El presidente del Grupo Intereconomía es el magnate Julio Ariza, un antiguo militante del PP que llegó a ser diputado en el Parlament de Cataluña, pero que abandonó la formación cuando Aznar tuvo que pactar con los nacionalistas para poder formar gobierno. Este hecho ya es bastante orientativo de por donde van los tiros (ideológicos) del señor Ariza, para quien su partido no estaba lo suficientemente a la derecha como para merecer contar con su pertenencia.

La proliferación de presuntas tertulias y debates en la cadena (aunque ni siquiera son presuntas, ya que entre sus contertulios no tienen nada que debatir, sino hacer frente común) ha llevado consigo un posicionamiento extremista que el propio grupo asume en su eslogan "la derecha sin complejos".

Y lo de derecha sin complejos tiene su razón de ser, en un país dominado durante 40 años por una feroz dictadura genocida, ser "de derechas" se convirtió en un estigma tras la llegada de la democracia. Ser facha representaba comulgar en cierto modo con las ideas de quienes, a través de un golpe de estado militar, habían desposeído al país de su legítimo gobierno y se habían propuesto exterminar a todo aquel que no pensara como ellos. Y, aunque ser conservador no implica ser partidario del franquismo y sus atropellos, esta nueva/vieja derecha española se niega sistemáticamente a condenar los excesos cometidos durante 3 años de guerra civil y 36 de salvaje represión. No se han dado cuenta de que hasta que no condenen y reconozcan los excesos del franquismo y sus secuaces no dejarán de ser sus herederos (lo cual es para estar acomplejado).


Pero el eslogan de derecha sin complejos va por otro lado: justifica declararse públicamente y con la cabeza bien alta miembro de un colectivo (la derecha) históricamente repudiado y vilipendiado. En el caso de Intereconomía TV, este giro a la derecha se ha pasado de frenada, y su posición se encuentra peligrosamente más allá de la extrema más radical y rancia, concretamente en la que en los años 30 del siglo pasado era representada por una esvástica, símbolo que afortunadamente Intereconomía y sus fieles no han osado rescatar. Su patrio símbolo es un toro en actitud de embestir, toda una declaración de intenciones teniendo en cuenta su carácter bravo y punzante.

Las cifras de audiencia de Intereconomía TV han experimentado un notable aumento: su programa estrella, "El gato al agua" reúne aproximadamente a medio millón de televidentes, lo cual es un fenómeno que merece un estudio. Porque, aún dando por sentado que no todos los espectadores comparten esos ideales, digno de estudiar es que un canal que ha asumido el odio, la calumnia y el insulto como señas de identidad, agrupe esta respetable cantidad de telespectadores. No quiero pensar que medio millón de personas siguen las consignas que propugna la cadena del toro, porque eso significaría automáticamente la posibilidad de otra guerra civil, y eso pone los pelos de punta.

Porque la propuesta de Intereconomía TV, sencillamente, asusta. Asusta que en pleno siglo XXI un grupo mediático asuma el rol manipulador que Augusto, Goebbels o Queipo de Llano representaron en épocas ominosas. La irrupción de la cadena de Ariza en el campo de lo inmundo ha sido fulgurante. No hay límites en Intereconomía: ni para el odio, ni para la crispación, ni para la violencia ni para la degeneración. A estas alturas, son tal la cantidad de capítulos aberrantes protagonizados por el canal, que daría ya para escribir un libro, que podría estar encuadrado en el género bélico o en el de terror. En este aspecto, el título de cafre mayor estaría bastante disputado, porque varios han sido los personajes que han sonrojado a medio país con sus nazis actitudes, en una clara demostración de lo que esta "derecha sin complejos" es capaz de hacer con dinero y un micrófono.

Quizás el personaje más siniestro de todo el canal es su director, el infame Xavier Horcajo, una alimaña que desprende odio y resentimiento por todos los poros de su piel. Este tipo transmite una sensación realmente inquietante: con su mirada asesina, da la impresión de que podría despellejar a alguien en directo si percibe en él la más mínima afinidad con "la izquierda". Cada intervención suya es una demostración de depravación humana que nos hace pensar qué sería capaz de hacer si tuviera en sus manos la vida de sus odiados enemigos. Aunque dentro de tanta maldad también hay sitio para la inocencia: su espantoso ridículo en el montaje de Wyoming y la becaria le ha dado un aura de patetismo que difícilmente se podrá quitar de encima. Más inquietante.



Otro de los personajes que se ha ganado un puesto en el infierno con sus intervenciones en la cadena del toro ha sido el ínclito Juan Manuel de Prada. Tras esa apariencia de retrasado mental se esconde un intelectual depravado y misógino que, haciendo pleno uso de su locuacidad y verborrea, ha arremetido contra la "progresía" utilizando una jerga cada vez más desagradable y ofensiva. De Prada habla de putas y de violar niñas con la ligereza de quien se fuma un pitillo, me pregunto si es consciente del alcance que pueden tener sus barbaridades, y del efecto que pueden causar en mentes menos privilegiadas que la suya. Esta es la maldad del depravado, que hace uso de su inteligencia con los fines más ruines; me pregunto si de Prada no es ya un científico loco.

Últimamente se han subido al carro [de combate] del canal otros personajes que mantienen la jauría humana que componen su equipo de contertulios. El fascista homófobo Eduardo García Serrano protagonizó uno de los episodios más repugnantes cuando llamó "guarra", "puerca" y "zorra" a una consejera de la Generalitat para mostrar su desacuerdo con la política educativa catalana (lo más sangrante del caso es que el desarrollo del programa continuó como si no hubiera pasado nada). Para este prodigio de la tolerancia, Antonio Gala es una maricona vieja y el rey un malnacido demasiado próximo a los "progres". Pena me da la presencia de Jesús Neira en esta pocilga humana. Pena porque el profesor Neira perdió una inmensa oportunidad de pasar a la historia como un héroe que estuvo cerca de la muerte por defender a una mujer maltratada para pasar a convertirse en un villano depravado y maleducado que ha demostrado sobradamente encontrarse muy próximo en catadura moral del salvaje que casi le mata. Surrealista lo del profesor Neira: aprovechó la fama que le dio un acto heroico para demostrar públicamente lo inmensamente cobarde y ruin que puede llegar a ser. Uno de los últimos en subirse al torpedero televisivo es el timador Mario Conde, empeñado en seguir tomándonos el pelo y deleitarnos con su descomunal egocentrismo sin darse cuenta de que su presunta sabiduría hace tiempo que quedó, con su dignidad y varios botes de gomina vacíos, en lo más profundo del cubo de la basura.



Escúchese como se ríen los contertulios cuando el fascista llama guarra a la consejera.

No sería justo acabar sin hacer mención a Antonio Jiménez, el presentador del programa estrella de la cadena, y con el que ésta intenta dar un toque de mesura y cordura dentro de su habitual desvarío. Pero Antonio Jiménez no puede ser lo que parece: dentro de su aparente serenidad tiene que esconderse una mente fría y paciente porque, sencillamente, si no no estaría ahí. Digamos que es el más listo de la clase.

Esta es la derecha "sin complejos" la que al derecho al aborto (pero solo al de los pobres) lo llama "asesinar niños". Dónde se ha visto que la hija de un humilde obrero pueda abortar por la Seguridad Social, o evitar que una madre decida libremente si quiere traer a este mundo una criatura con una malformación. Esos son los niños que preocupan a la derecha "sin complejos": los no natos (ah, y españoles). Si la criatura tiene tres años, vive en un suburbio de Bagdad y una bomba de racimo made in USA le convierte en picadillo, la culpa es de Bin Laden (o de ETA, que nunca se sabe). Gente sin complejos.

Y, como colofón, una joya de la historia de la televisión, el vídeo en el que un avispado reportero de la cadena nos explica las razones de por qué está desaconsejado el uso de preservativos en África: se deshacen con el calor, y además los negros tienen las uñas muy largas y los rasgarían, aparte de que como no saben leer podrían ponerse el condón de sombrero. Ahí queda eso.



Una frase para la historia: "La manicura de África no destaca".


lunes, 13 de septiembre de 2010

Telecinco inventa la televisión en 4-D

En la era de las telecomunicaciones y los avances tecnológicos, y cuando la televisión en 3-D ya es una realidad, el canal de televisión español Telecinco, ha logrado ir un paso más allá, y ha conseguido ofrecer a sus televidentes la cuarta dimensión de la televisión, que en este caso es una sensación: el olor.

Y es que los investigadores de la cadena de Fuencarral han logrado, mediante la combinación de la imagen y el sonido, producir en el espectador un estímulo extraordinariamente parecido al que se produce cuando se encuentra próximo a nosotros un cuerpo en avanzado estado de descomposición. Gracias a este avance, la pantalla amiga ha logrado fundar el Imperio de la Telebasura.


Pero, evidentemente, para que semejante estercolero tenga éxito, es necesario un mercado potencial, y eso lo intuyó desde el principio el depredador televisivo Paolo Vasile, el jefe de toda esta cloaca mediática que ha logrado nada menos que convertirse en uno de los valores en alza de la Bolsa española. El veneciano, como buen extranjero, descubrió antes que nadie las bondades y defectos de los españoles, y comprobó el alto porcentaje de población que incluía los excrementos entre sus gustos culinarios. Como donde hay demanda hay oferta, Vasile, sin ningún tipo de rubor, decidió suministrar a los coprófagos el producto que demandaban: la basura; y lo hizo en cantidades industriales.

El producto estrella de la cadena es un engendro donde lo único razonable es el título: Sálvame (parece que lo hayan puesto sus detractores, porque precisamente es en lo que uno piensa cuando lo ve, en salvarse). El guión de este subproducto es de lo más sencillo: dos mesas, una a cada lado del decorado, donde cinco o seis personajes que comparten impudor, desvergüenza, incultura y afán de protagonismo a partes iguales, opinan sobre lo divino y lo humano, con la particularidad de no tener ni la más remota noción del tema del que están hablando; cuánto más lo desconocen, más interesantes resultan sus disertaciones. La única norma del programa es hablar lo más alto posible y utilizando la jerga más zafia, y si pueden hablar varios a la vez, mejor.

El jefe de pista de todo esta inmundicia es un personaje que se desenvuelve como pez (o más bien sanguijuela) en el agua, y que responde al nombre de Jorge Javier Vázquez. Es este un digno homosexual habitual defensor de su propia intimidad, cuando ha forjado su carrera despellejando públicamente personajes de toda índole, sin respetar el más mínimo derecho elemental del ser humano. Jorgeja es el adalid de la telemierda, pionero en España en un género que sumerge al espectador en el corazón de la putrefacción y lo convierte en parte de un entramado pueril que además dicen que crea adicción. Pero Jorgeja es digno, y lejos de asumir su rol en este maloliente ambiente, defiende este tipo de programación, que él llama "neorrealismo televisivo".

Colaboradores de "Sálvame", perpetrando uno de sus habituales despropósitos, junto al sumo sacerdote de la telebasura.

El personaje estrella de este inodoro, como no podía ser menos, es una verdulera semianalfabeta que parece recién sacada de una película de terror, y cuya relevancia se debe a que tuvo una hija con un torero. Ese es todo su bagaje y currículum. Mientras periodistas de carrera se las afanan para conseguir un puesto de redactor en un periódico de provincias, Telecinco convierte en estrella de su programación a un personaje que ha convertido la mala educación, la incultura y el oportunismo en sus señas de identidad. Un personaje que tiene la particularidad de convertir en grosero cualquier tema que pase por sus siliconadas fauces. Pero un personaje que mantiene una curiosa relación de simbiosis con el coprófago/espectador: ella les proporciona su ración diaria de excrementos mientras ellos engordan abundantemente su cuenta corriente.

Viendo el éxito de su escatológica oferta, la pantalla amiga ha prolongado la duración de este pseudoespacio, que debe andar ya por las cinco o seis horas de duración. El resto de su programación constituye un aderezo de Sálvame, en ocasiones apoyado por series de producción propia basadas en desgracias reales y recientes, como accidentes aéreos o muertes de famosos, mostrando una impunidad y una falta de respeto por los sentimientos ajenos que nos hacen temer cual puede ser su próxima invención. Eso sí, su colaboración a la desintegración cultural de este país ha sido incuestionable.

lunes, 6 de septiembre de 2010

¿A quién teme Victorino Alonso?

En 1996 apareció en el diario El Mundo un artículo alusivo al más poderoso empresario minero de este país, Victorino Alonso (La Vid de Gordón, 1952) en el que se hacía una pequeña reseña biográfica sobre el aludido y sus inicios, titulado ¿Quién teme a Victorino Alonso? A 14 años vista, la respuesta parece evidente (todo el mundo) y ahora que Vitorino, o "Don Vito" como cariñosamente le conocen muchos de sus paisanos de la montaña central leonesa y el valle de Laciana, más bien cabe preguntarse ¿A quién teme Victorino Alonso? (si es que realmente teme a alguien)

La industria de la minería del carbón española lleva ya muchos años sentenciada a muerte: su sustitución por los derivados del petróleo a finales de los años 50, la baja rentabilidad de unas explotaciones sumidas en el atraso por el franquismo y el recurso a energías más limpias, han convertido al negro mineral en poco menos que un estorbo en el actual panorama energético español. Y es cuando un animal está herido de muerte cuando aparecen los depredadores para beneficiarse de sus restos, aunque en este caso el depredador haya llegado con la etiqueta de "salvar la minería".

Victorino Alonso
Victorino Alonso era un Ingeniero Superior de Minas, tercera generación de una familia de empresarios mineros, que se había estado curtiendo en explotaciones familiares, y prácticamente un desconocido,(1) cuando llevó a cabo su fulgurante aparición en la élite del mercado minero. Su padre, Victorino Alonso Suárez, era uno de los fundadores del Banco Industrial de León,(2) y dueño de explotaciones en las cuencas leonesa, asturiana y palentina cuando en 1994 los Alonso se embarcaron en su proyecto más ambicioso hasta la fecha: la adquisición de la mayor empresa española del sector minero: Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP).

La polémica compra de MSP
Atendiendo a los aspectos económicos de la operación, MSP se encontraba en situación de quiebra y en concurso de acreedores, siendo Caja España y el Banco Exterior de España sus dueños legales en aquel momento. Así, a finales de 1994, y a través de las compañías Comile, Rioscalsa y Universal Beximport, el Grupo Alonso se hizo con la ruinosa MSP por un montante inicial de unos 1.000 millones de pesetas.(3) Lógicamente, esta operación no pasó desapercibida, y en 1995 el Juzgado de Instrucción número 5 de León solicitó a la Unidad Especial de Vigilancia y Represión del Fraude Fiscal en Castilla y León una investigación para determinar la procedencia de aquellos 1.000 millones que los Alonso habían puesto sobre la mesa a través de tres empresas, pero los resultados de la investigación, que pretendía descubrir una operación encubierta de delito fiscal, fueron, cuanto menos, complejos: en las empresas Rioscalsa y Universal Beximport figuraba como administrador único Antonio de la Fuente, considerado uno de los testaferros de Victorino Alonso, y que curiosamente declaró que desconocía la procedencia del dinero. Por su parte, Alonso sí constaba como administrador de Comile, que a su vez estaba participada por Financial Investment Corporation, también perteneciente a la familia. De la investigación de los depósitos bancarios realizados para satisfacer la operación, se concluyó que gran parte de los ingresos habían sido realizados por la empresa uruguaya Elbeida, de actividad desconocida, accionista de Rioscalsa y curiosamente administrada por Victorino Alonso.(4)

Como conclusión, se halló que en la punta de la pirámide del complejo entramado se encontraban tres empresas radicadas en el extranjero: Watercard y Elbeida -ambas registradas en Uruguay-, y Financial Investment Corporation, una sociedad norteamericana inscrita en el Estado de Delaware, de la que Interpol informó que el Departamento de Justicia de EE UU no tenía ningún tipo de información. Como administrador único de estas tres empresas extranjeras figuraba también Victorino Alonso.(5)

Según el informe llevado a cabo por la unidad de policía judicial de la Guardia Civil, Alonso dirigía "un complejo entramado societario de unas treinta empresas, con un valor real de cerca de 20.000 millones de pesetas, un capital social superior a los 2.000 millones y un movimiento de dinero en suministros de unos 40.000 millones". También según este informe "es tal la complejidad del entramado societario, en el que las acciones se cruzan entre sí, que les desborda su aspecto contable y fiscal", solicitando una inspección financiera y tributaria ante las evidencias de fraude halladas. Como colofón, Alonso se declaró insolvente y manifestó desconocer la procedencia de los 1.000 millones, además de declarar que no poseía ni una sola acción de las citadas empresas, de muchas de las cuales dijo desconocer su existencia. El empresario también declaró que vivía... ¡de las propinas que le daba su padre!.(5)

El asunto tuvo un final esperpéntico, cuando Vitorino interpuso una querella criminal contra el juez que instruía el caso, Ireneo García Brugos, que curiosamente era hermano de un empresario minero rival de Alonso, Antonio García Brugos, por lo que la demanda por coacciones, prevaricación y chantaje salió adelante.

Despegue
Desde la compra de la MSP, el incremento de patrimonio de Alonso ha sido inmenso: poco a poco se fue haciendo con el control de la actividad minera en León, Asturias y Palencia, fusionando y anexionando empresas y explotaciones, hasta el punto de ser el propietario de las dos mayores empresas mineras del país: Coto Minero Cantábrico, donde agrupa MSP y subsidiarias, y Hullas del Coto Cortés y sus explotaciones en Asturias; y Uminsa, siglas bajo las que se encuentra toda la cuenca minera palentina (a excepción de Carbones San Isidro) , Bierzo y Laciana en la leonesa y Narcea y Tineo en la asturiana.

Alonso dando la mano a José Luis Rodríguez Zapatero.

Aún en 2007 causaba sorpresa en la prensa nacional que "un empresario minero leonés" se disputara, nada menos que con Juan Abelló, la compra de una finca de caza de 8.000 hectáreas en Portugal.(6) Alonso es un habitual en los juzgados: en marzo de este año, el Tribunal Supremo le condenó a pagar 13 millones de euros a Unión Fenosa, que le acusó de estafa por falsear la calidad y la cantidad del mineral que suministraba para la central térmica de La Robla. También fue paralizada por un juzgado su explotación de El Feixolín, en Villablino (sus intrigas en Laciana dan para varios volúmenes de una enciclopedia), a lo que respondió con el despido fulminante de cien trabajadores.


La utilización sistemática del "material humano" como moneda de cambio para sus lucrativas actividades es, quizás, la actitud más inhumana y reprochable de Victorino Alonso. El sector minero español está condenado desde hace años por la Unión Europea, que ha puesto al gobierno español 2014 como fecha límite para cesar en las subvenciones y forzar la desaparición de las explotaciones que no sean rentables. Pero el sector del carbón viene siendo históricamente subvencionado. Su escasa rentabilidad con respecto al mineral importado de potencias emergentes (como Brasil, China o Sudáfrica), donde las grandes explotaciones a cielo abierto con evidente ahorro en plantillas, las nulas inversiones en seguridad y el mínimo gasto en salarios las convierten en una competencia sin rival, ha obligado cada vez más a que el Estado subvencione el carbón nacional pese a las recomendaciones europeas. Como propietario de la mayoría de estas explotaciones, y gestor de estas subvenciones (en 2010 UMINSA recibió 81,6 millones de euros en concepto de ayudas) Victorino Alonso ocupa un puesto preferente a la hora de recibir dinero público. Evidentemente, para eso invirtió en un sector condenado a su desaparición, para eso compró explotaciones en quiebra con un futuro negro y para eso exige periódicamente ayudas al Gobierno bajo amenazas de cerrar explotaciones. Es claro el ejemplo de la cuenca minera palentina: en 1999 Alonso se quedó en exclusiva con una comarca con 55 km de explotaciones de hulla y antracita trabajadas desde mediados del siglo XIX, y en 2010 las había cerrado todas excepto el pozo "Las Cuevas" en Velilla del Río Carrión, donde únicamente mantenía a 100 empleados, más dos cielos abiertos en Guardo y Castrejón de la Peña. ¿Quién, en su sano juicio, compra una comarca minera entera en quiebra, para cerrarla diez años después? Este es Victorino Alonso, para muchos un hombre "hecho a sí mismo", para otros más castizos "coge el dinero y corre", pero sobre todo, una figura controvertida que ha pasado de ser un estudiante de ingeniería en Oviedo a una de las fortunas más inmensas del país, lograda a base de adquirir explotaciones mineras deficitarias, la mayoría de las cuales ha cerrado, y que le han reportado pingües beneficios gracias a las subvenciones a un sector en fase terminal.

Misterios sin resolver

Las anécdotas sobre Don Vito alcanzan en algunos casos un tono mítico: Cuentan que estando en el interior de una mina leonesa con el picador y el jefe del taller, un derrumbe los dejó encerrados. Sus dos compañeros se miraron angustiados, temiendo morir allí mismo, y Victorino Alonso sacó unos bocadillos, se sentó a un lado y dijo tranquilamente: «Ya nos sacarán». También son comentadas sus bajadas al tajo, donde una vez le quitó el martillo a un picador y, tras reprenderle «No tienes ni puta idea de picar» asió el pesado instrumento y dio una lección a los presentes de cómo se pica en una rampa. A nadie extrañan sus exigencias públicas a políticos de todo pelo para que autoricen sus desmontes, so pena de "salvar la zona", como cuando propuso al ayuntamiento de Guardo la explotación de 500 hectáreas a cielo abierto a cambio de dar empleo "a toda la juventud" de la comarca.(7)

A pie de calle, una de las coletillas que más suenan a la hora de referirse a Victorino es que "hay alguien detrás". La verdad es que a un mileurista común, le huele poco menos que a cuerno quemado que un señor que en 1995 era insolvente adquiera toda la cuenca carbonífera del norte de España, cierre explotaciones, se lleve las subvenciones, actúe con total impunidad en temas medioambientales, judiciales, municipales y hasta fiscales y nadie se proponga pararle los pies desde que en 1997 el Secretario de Estado de Industria, Nemesio Fernández-Cuesta, informó en el Congreso de los Diputados de sus sospechas sobre sus actividades.(8) En estas condiciones, ¿a quién teme Victorino Alonso? Me temo que a nadie. A la vista de las evidencias, Don Vito ya ni se preocupa por guardar las formas. Su último órdago ha tenido las víctimas de siempre: los mineros. Esos a los que en julio ha dejado de pagar las nóminas argumentando una falta de liquidez en sus empresas que atribuye a que las térmicas están paradas y no le compran carbón. Ahora quiere forzar al estado a la firma de un decreto que obligue a las eléctricas a consumir más carbón nacional (que equivale a decir su carbón). Dicho de otro modo: quita el pan a los obreros para forzarles a movilizarse buscando desesperadamente subvenciones para que el patrón les pueda dar el jornal. Alonso se ha convertido en el intermediario entre el dinero público que mantiene el sector y los mineros desesperados, y eso le da un poder casi ilimitado.

Un día afirmó el también leonés Enrique García, ex-Director General de Minas, que "Victorino Alonso era una bendición para el sector". A la vista de los acontecimientos, con la mayoría de las minas cerradas, las cuencas mineras en crisis galopante, la reducción de empleos en más de un 80% y la permanente situación deficitaria de las explotaciones que siguen funcionando, sumado a los miles de millones de dinero público invertidos para su reconversión y el monstruoso enriquecimiento del empresario, cabe preguntarse si lo que realmente quiso decir Enrique García fue "maldición". Por si fuera poco, Victorino es el presidente de Carbunión, la Federación Nacional de Empresarios de Minas de Carbón, en una nueva versión de "el Estado soy yo".

Confiemos en el buen corazón de Victorino, y que el "año 0 después del carbón" pueda emplear a sus mineros en Comile, Rioscalsa, Universal Beximport, Watercard, Elbeida, Financial Investment Corporation, Ferpi Construcciones y Obras, Peninsular y Contratas, Norfesa o ATP.

jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Que somos campeones del mundo?

Ahora que ya ha pasado un tiempo prudencial desde aquel 11 de julio, y con la perspectiva de casi dos meses, los aficionados al fútbol podemos asumir, sin miedo a despertar del feliz sueño, que somos (sí, somos) Campeones del Mundo. Que España, el pupas del fútbol mundial, se coronó en 2010 como la mejor selección del globo, que la Euro'2008 no había sido casualidad y que por fin, tras tantos años de decepción, habíamos coronado la gloria.



No voy a entrar en diatribas tácticas ni técnicas, para eso están otras webs, me voy a quedar con la parte sentimental ahora que los sentimientos (valga la redundancia) no están tan a flor de piel. Para mí todo empezó en España'82: yo ya había oído hablar del fallo de Cardeñosa cuatro años antes, pero aún no era consciente de lo que significaba. Y aquel verano del '82 que me pasé viendo aquellos partidos que, disputados por toda la península, enfrentaban a selecciones de variadas razas y continentes, me dí cuenta de que ser español era como estar condenado al fracaso; la inferioridad que mostraron aquellos ídolos: Arconada, Quini, Juanito, Zamora, Camacho o Maceda ante rivales que sí eran aspirantes al título marcó mi forma de ver a ''la selección''. Después de ver a Brasil, a Alemania, a Argentina o a Italia, comprendí por qué aquellas selecciones eran campeonas del mundo y nosotros jamás llegaríamos a serlo.

Pero cuatro años después, en una mágica tarde de El Buitre en Querétaro pensé que el destino se podía cambiar, y que ¿por qué no? podíamos estar entre los mejores. Desgraciadamente, y de la forma más cruel, en una tanda de penaltis para olvidar, una selección mediocre como Bélgica nos mandó para casa. Vuelta a la realidad.

En Italia 1990 ya mis esperanzas eran menores, veía el fútbol de otra manera y comprendí desde el principio que no llegaríamos muy lejos, aunque esa extraña fuerza que se llama esperanza me impulsó a ver los encuentros con la emoción típica de un campeonato de esas dimensiones. 1994 y el Mundial de USA significaron un pequeño paso adelante: en cuartos de final, y teniendo a toda una Italia contra las cuerdas, de nuevo la desgracia, o el destino, o quizás la justicia, nos apearon de la competición cuando habíamos vuelto a recargar de agua nuestro cesto de la esperanza.

Lo de Francia 1998 fue menos cruel, pero no por ello menos duro: no pasamos de la primera fase a pesar de jugar en un grupo muy asequible con Nigeria, Paraguay y Bulgaria. A veces pienso que esas cosas vinieron bien, porque cada vez caló más en mi mente que nunca vería a España levantar una copa del mundo. De nuevo la crueldad de los penaltis nos mandó a casa en el mundial de Corea y Japón de 2002, cuando más cerca lo tuvimos: cuartos de final contra Corea del Sur y otra vez eliminados, cuando tocábamos las semifinales con la punta de los dedos.

En Alemania 2006, la historia se repitió por enésima vez, y caímos contra Francia, a la postre subcampeón mundial, pero algo cambió, sobre todo en la mentalidad. La forma de jugar de aquel equipo no tenía nada que ver con la selección acomplejada y sobrevalorada que nos había representado desde hacía tantos lustros. Una nueva generación de jugadores de personalidad, y sobre todo, de calidad, emergía mostrando unos atributos que para mí eran nuevos en el jugador nacional.

Esa generación confirmó lo mostrado en Alemania, y en la Euro'2008 de Austria y Suiza se proclamó campeona de Europa con una solvencia que jamás había mostrado el equipo nacional; sin complejos, con un juego alegre y una gran fe en sí misma, la Roja, como empezaba a ser bautizada por algunos medios, dejó en el camino a Italia y Alemania y alzó la Eurocopa de selecciones, dándo[me]nos la primera gran alegría de la historia. Aquel día lo primero que pensé fue que, manteniendo aquel bloque y con algún genio advenedizo de estos que siempre aparecen en nuestra tierra de imprevisibles, dos años después podríamos tocar el cielo en Sudáfrica.

Y así fue. Cuando perdimos el primer partido del mundial se me bajó la moral a los pies. Quizás fue bueno bajarnos los humos. Después hubo que recurrir al típico y tópico "paso a paso". Y paso a paso lo fuimos viendo, primero los octavos contra Portugal. Luego los cuartos ante Paraguay. Después Alemania y...



Cuando Iniesta marcó el gol de su vida, estaba a punto de acabar la prórroga, el partido iba 0-0 y muchos nos volvimos a acordar de lo que había costado llegar hasta allí, de Cardeñosa, de Julio Salinas, de Eloy, de Zubizarreta, de Arconada, de Joaquín, de Tassotti, de Al Ghandour, de Stojkovic, de Luis Enrique, de Caminero, de Ayala y Gamarra, de Pfaff, de Zidane, y también de millones de españolitos anónimos que habían vivido tantas decepciones y sinsabores, de aquellas madrugadas del verano de 1986, de la tele nueva en color... y de Íker levantando aquella Eurocopa que cambió para siempre la historia de nuestro fútbol, y quizás la de muchos de nosotros. Quizás en ese estado de éxtasis todavía no éramos conscientes de lo que estaba pasando. Cuando el árbitro pitó el final, creo que nunca una alegría estuvo regada por tantas lágrimas. Fue curioso ver a la gente de más edad tan emocionados mientras los más jóvenes vivían el momento como si fuera lo lógico y esperado. ¿Lógico? Para los que llevábamos 30 años sufriendo una decepción tras otra aquello no era lógico, era un sueño hecho realidad. Pero faltaba la imagen por la que todos habíamos llegado hasta allí:



Pesa 6 kilos, pero parecía que flotaba. Nunca la imaginé en manos de un jugador español. Esa copa forma parte de nuestras vidas, y cuando se la entregaron a Íker Casillas a muchos se nos encogió el corazón (sé que muchos no entenderán esto, pero es así).



Ese chaval de Móstoles había pasado lo suyo para llegar hasta allí arriba, pero aunque no había nacido cuando Cardeñosa no supo meter el balón en la portería brasileña en aquella infausta tarde de Mar del Plata, homenajeó con sus lágrimas en Johannesburgo a tantas generaciones decepcionantes y decepcionadas que habían renunciado a ver a su selección campeona del mundo.

Ahora llega otra generación, la de los chavales que se bañaban en las fuentes con su camiseta de España, que han crecido en el triunfo y que quizás no sepan valorar lo que se consiguió aquel día, pero serán generaciones sin complejos y verán los Mundiales con su camiseta con la estrella sobre el escudo, formando parte de una afición que un día fue campeona del mundo. Jóvenes cuyos nuevos ídolos encarnan la humildad, la tolerancia y la sencillez. En tiempos como los que corren, que los espejos en los que se miren los niños se llamen Andrés Iniesta, Íker Casillas, Xabi Alonso, David Villa o Xavi Hernández es toda una garantía para nuestra sociedad. Su sencillez es su grandeza. Quizás esa sencillez cambió la historia.