"Porque las ideas maduradas dicen más de nosotros mismos, pero menos de la realidad"

lunes, 28 de junio de 2010

Badajoz-Srebrenica: medio siglo de genocidio en Europa

La historia, no por simple y conocida, deja de ser terrible: durante una guerra civil, uno de los ejércitos contendientes, tras un duro asedio, consigue conquistar una ciudad que se encontraba bajo control del bando contrario. Después, comienza la eliminación sistemática de todo elemento sospechoso de pertenecer ideológica o activamente al enemigo.

Ratko Mladić y Juan Yagüe son dos militares de carrera, considerados brillantes en el transcurso de sus respectivas carreras. Yagüe se había curtido en la Guerra de Marruecos y tuvo un papel decisivo en la Guerra Civil Española. Cuando murió en Burgos, en 1952, Mladić tenía 10 años y era huérfano de un partisano serbio que cayó en una escaramuza contra los ustashi, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Cinco años después ingresó en la academia militar, progresando en el Ejército Popular Yugoslavo hasta convertirse en General en jefe del ejército de los serbios de Bosnia. Ambos personajes pues, es poco probable que coincidieran, pero acabaron protagonizando dos de los episodios más horripilantes de la historia del viejo continente.

Ratko Mladić y Juan Yagüe
Ratko Mladić y Juan Yagüe



Badajoz era en 1939 capital de una comarca agrícola de aquella Extremadura profunda. Con 41.122 habitantes, la época que precedió a la Guerra Civil Española vivió allí la rebelión del campesinado contra los terratenientes, la expropiación de las tierras de los señoritos y la represión contra la iglesia católica. Era, pues, un feudo de los parias de la tierra. A 2.240 km en línea recta se encuentra Srebrenica (la ‘ciudad de la plata’ o Argentaria de los romanos que explotaron sus minas), encajonada entre las montañas del este de Bosnia y con la madera de sus bosques y sus aguas medicinales como únicos recursos. Cuando empezó el conflicto yugoslavo, los guerrilleros de Naser Oric expulsaron o eliminaron a la población serbia, quedando sólo los musulmanes, (unos 50.000 con los refugiados de otras regiones) herederos religiosos de la ocupación turca.


El contexto del conflicto civil español y el yugoslavo tuvieron muy poco que ver, y sucedieron en dos períodos históricos radicalmente distintos. Si en la España de los años 30 lo provocaron divisiones sociales y políticas, en los Balcanes de los 90 intervinieron decisivamente factores religiosos y nacionales, especialmente en Bosnia. Pero un factor común alentó el genocidio y encendió la mecha que explotó en sucesos espeluznantes: el odio. El odio engendrado por generaciones. El odio irreconciliable entre formas de vida distintas, y sobre todo, el odio instigado por políticos que condujeron a quienes supuestamente debían representar a las más horribles situaciones de la historia moderna de Europa.


Las tropas de Juan Yagüe tomaron Badajoz el 14 de agosto de 1936. Tenía bajo su mando 2.250 legionarios y 750 regulares marroquíes que asaltaron la ciudad amurallada ante la inútil oposición de las pobremente equipadas milicias republicanas que la defendían. La ciudad era objetivo estratégico de los fascistas, pues abría un pasillo que comunicaba sus grupos de ejércitos del norte y del sur del país. En esa fecha, Srebrenica pertenecía al Reino de Yugoslavia, y su población agrupaba a serbios y musulmanes dedicados a labores agrícolas y forestales. 56 años más tarde, ambas etnias se convirtieron en enemigos irreconciliables, que alternativamente eran expulsadas por la otra de su centenaria ciudad. El 11 de julio de 1995, a pesar de que había sido declarada zona segura por la ONU, y de que un batallón neerlandés de UNPROFOR protegía a la población civil, el ejército de los serbios de Bosnia, al mando de su comandante en jefe, el general Ratko Mladic, devastó las defensas de la Armija (el ejército de Bosnia y Herzegovina) y tomó la ciudad, uniéndola al territorio bajo control serbobosnio.


El destino de la población civil en ambos casos corrió por cuenta de decisiones superiores. A pesar de que siempre se trata de otorgar al paroxismo del momento la responsabilidad en estas masacres, ambas tuvieron claros instigadores: en España, los directores del golpe de estado, Francisco Franco, Emilio Mola, y especialmente el sádico Gonzalo Queipo de Llano, promovieron una campaña de ejecuciones masivas que tenía como objetivo purgar el país concienzudamente de izquierdistas y sembrar el terror entre aquellos que todavía resistían. En la nueva República de Bosnia y Herzegovina, el líder de la minoría serbia, el doctor Radovan Karadžić, proclamó la República Serbia de Bosnia como hogar de todos los serbios que no aceptaban la soberanía bosníaca. La heterogeneidad étnica del nuevo estado convirtió la limpieza étnica en práctica habitual de los contendientes, que llevaron a cabo el traslado forzoso de millones de personas. De Karadžić partió la orden directa de la toma de Srebrenica. ¿Fueron Yagüe y Mladić meros ejecutores de una sentencia ya dictada? Por supuesto que no.


Lo cierto es que, más allá de las guerras de cifras, de la influencia de la propaganda, del negacionismo y del revisionismo, en ambas ciudades fue exterminado un porcentaje de población civil que puso sus nombres en la página más negra de la historia. Ser ‘’rojo’’ aquel infausto día de agosto en Badajoz fue el delito por el que entre 2.000 y 4.000 personas fueron fusiladas, incineradas y sepultadas. En la montañosa ciudad de Bosnia oriental, ser mayor de edad, varón y musulmán fue el pretexto por el que las tropas de Mladic y paramilitares serbios quitaron la vida a 8.100 personas y las sepultaron en un radio de 20 km.
En ambos casos, la prensa recogió sendas declaraciones de intenciones que no dejan lugar a la duda sobre la implicación de los directores de orquesta, antes:

“Aquí estamos, el 11 de julio de 1995, en la Srebrenica serbia, justo antes de un gran día para Serbia. Entregamos esta ciudad a la nación serbia, recordando el levantamiento contra los turcos. Ha llegado el momento de vengarse de los musulmanes” Ratko Mladic, a la televisión serbia.

Y después:

“Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar 4.000 prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?” Juan Yagüe, al periodista John T. Whitaker


Pero la guerra no se inventó en la España del ’36: ya existía; y como alguien trató de recordarnos, es algo inherente al hombre. Lo que no existía fue ese ensañamiento que practicaron contra la población civil los sublevados contra la II República Española. No al menos, en la dimensión mediática que alcanzó la masacre de Badajoz. Cierto es que el holocausto armenio ya se había producido, pero su ocultación y menor cobertura mediática lo relevaron a un segundo plano hasta estudios más modernos. El holocausto nazi en la Segunda Guerra Mundial asombró al mundo y propició el camino para redactar unas leyes que condenasen la eliminación sistemática de un grupo nacional, étnico, racial, político o religioso, legislándolo con el término genocidio y considerándolo un crimen contra la humanidad no prescriptible. En 1995 Srebrenica desempolvó el libro del horror y recordó a la moderna Europa que la amenaza estaba a la vuelta de la esquina. Como sensatamente dijo Karl von Clausewitz, (uno de los estrategas militares más grandes de todos los tiempos) la finalidad de la guerra es desarmar al enemigo, no exterminarlo.


viernes, 18 de junio de 2010

Un poco de literatura revisionista

Recientemente ha salido a la venta un libro que a la vista de un lector poco interesado por el tema podría parecer una crónica más de la Guerra Civil Española en una ciudad cualquiera de nuestro país, pero no es así. El libro en cuestión se titula La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda, y sus autores son Francisco Pilo, Moisés Domínguez y Fernando de la Iglesia.

Portada del libro
Comencé a seguir las andanzas de Francisco Pilo Ortiz (Badajoz, 1957), cuando, buscando información para un artículo sobre las
matanzas de Badajoz acontecidas en la ciudad extremeña tras la toma de la ciudad por las tropas franquistas en 1936, la mayoría de las búsquedas me conducían a un blog (este concretamente; no me importa hacerle publicidad porque no tiene desperdicio) en el que se abordaban todos los temas relacionados con el suceso con una rabia y un odio que me llevaron a querer seguir profundizando para averiguar qué mente podía ser destinada a proporcionar esa información gestionada con tanto resquemor y mala uva.

La búsqueda me llevo a un individuo, el tal Francisco Pilo, un policía (nacional o municipal, tampoco importa mucho) que había dedicado muchos años de su vida a investigar la historia de su ciudad, publicando algunas obras decentes como una sobre la
alcazaba pacense: Un paseo por la alcazaba árabe de Badajoz. Si no me equivoco el primer trabajo serio de Pilo sobre la guerra civil fue Ellos lo vivieron: sucesos en Badajoz durante los meses de julio y agosto de 1936, narrados por personas que los presenciaron, donde mostró algunos retazos de investigación propia sobre los tristes sucesos de la capital pacense.

A grandes rasgos, cuando las tropas nacionales (la redirección me parece más correcta) tomaron la ciudad en su avance desde Andalucía a través de Extremadura, se produjo en Badajoz uno de los episodios más bárbaros de toda la contienda: el entonces coronel
Juan Yagüe -que quedó retratado como el carnicero de Badajoz- ordenó la ejecución de un número indeterminado de población civil, muchos de los cuales nada tenían que ver con la contienda. Las cifras más altas hablan de 4.000 represaliados, mientras que revisionistas furibundos como Pío Moa las reducen a unos cientos. El caso es que periodistas internacionales que cubrían el conflicto en tierras extremeñas enviaron a sus diarios terroríficas crónicas describiendo las matanzas masivas acaecidas allí, muchas de las cuales localizadas en la antigua plaza de toros de la ciudad. Eso se llama genocidio.

Imagen del antiguo cementerio de San Juan de Badajoz, donde eran llevados los cuerpos de los fusilados para ser quemados y depositados en fosas comunesSiendo justos, el libro de Pilo contaba episodios del macabro suceso que tenían toda la pinta de ser verídicos, y se centraba muy mucho en la tragedia humana que vivieron aquellas pobres gentes a manos del ejército de África, compuesto por salvajes regulares moros y legionarios que cayeron como buitres sobre la indefensa población civil, dirigidos por unos mandos crueles curtidos en el norte africano, Antonio Castejón Espinosa y Carlos Asensio Cabanillas, a las órdenes de Yagüe en lo que Francisco Espinosa Maestre definió acertadamente como La columna de la muerte

Lo cierto es que tras este libro, la actitud de Pilo dio un giro radical. Mis pesquisas me sugieren que se sintió ninguneado y humillado por otros historiadores (él no lo es) y en especial por Espinosa Maestre, blanco habitual de los ataques de Pilo. Parece que tampoco las instituciones dieron demasiada importancia al trabajo del policía, que a partir de entonces comenzó su propia cruzada contra la historia que se conocía de la masacre de Badajoz, que a partir de entonces fue para él "propaganda republicana".

Una hilera de cadáveres carbonizados en el cementerio de San Juan de BadajozEl blog de Francisco Pilo es un auténtico ejercicio de incitación al odio, de rabia incontenida, de resentimiento y de venganza contra todo lo que considera "rojo" o "bolchevique", como él mismo gusta decir. Entre los adjetivos que utiliza para lo que otros llaman bando republicano destacan cariñosos apelativos como terrorismo marxista, quemaconventos y perlas similares. Historiadores del prestigio de Espinosa, Preston o Reig Tapia son para él asalariados del régimen, propagandistas o cazasubvenciones (curiosa obsesión la del euro en este hombre), la memoria histórica es memoria histérica y quienes exhuman fosas comunes en busca de los restos de sus antepasados fusilados son desenterradores que solo buscan una paga del Estado. Así se las gasta el amigo Pilo.

Pero lo que más me ha indignado de toda esta inmundicia es el trato que se permite dar a personajes que perdieron la vida durante el genocidio de Badajoz: el alcalde
Sinforiano Madroñero y el diputado del PSOE Nicolás de Pablo. Ambos huyeron a Portugal cuando la caída de la ciudad era inevitable, pero fueron localizados por la policía salazarista y devueltos a Badajoz, donde un pelotón de falangistas los fusiló en un frontón. Pilo se permite apodarlos "el Sinfo" y "el Nico", y no duda en arremeter con saña contra ellos acusándoles de peseteros, traidores, cobardes, y un sinfín de insultos con el que su única intención parece ser volver a fusilarles. ¿Qué historiador puede poner motes a personajes históricos, desprestigiarlos y juzgarlos a pesar de haber sido fusilados precisamente sin juicio? Pilo se ha comprometido definitivamente en la historia, la intenta modificar, manifiesta su odio y escribe con saña. Esto, definitivamente, le inhabilita como historiador, y no porque no haya pisado una universidad en su vida (puedo permitir calificar como historiador a alguien que escribe sobre la historia, aunque no sea licenciado) sino porque su resentimiento le ha llevado a ser protagonista directo de la misma, y eso, amigo Pilo, te descarta como narrador de acontecimientos y te convierte en juez y parte.

De sus opiniones sobre la política actual, mejor pasar página, ni siquiera se le puede considerar derechista, pues los actuales peperos son demasiado blandos para él: él está a la derecha de la derecha. Su última joya ha sido solidarizarse con
Eduardo García Serrano, nada menos que el cafre que llamó "guarra, puerca y zorra" a la Consejera de Sanidad de la Generalidad de Cataluña durante una "tertulia" de Intereconomía. "Todos somos Eduardo García Serrano" reza su surrealista manifiesto.

El periodista norteamericano Jay Allen, autor de la crónica más célebre sobre la masacre de Badajoz, en las páginas del Chicago TribuneCon respecto al libro, confieso que no lo he leído, pero conociendo los precedentes, lo puedo sintetizar. Pilo lleva años recolectando cualquier información que pueda desmentir cualquiera de las versiones que hasta ahora han prevalecido sobre los sucesos de Badajoz: las de los periodistas Jay Allen (foto de la derecha), Jacques Berthet, John T. Whitaker, Marcel Dany y, sobre todo, el portugués Mário Neves. Los métodos de Pilo consisten en la gestión de todo material que pueda justificar sus teorías, y en la ocultación de toda información que pueda contradecirlas. Con estas premisas, y a pesar de que La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda se promociona como "el único trabajo hasta ahora que ha investigado todas y cada una de las fuentes periodísticas, militares y testimoniales disponibles", podemos hacernos una idea de lo que nos encontraremos en su interior, para que a nadie le pille de sorpresa. Tampoco desanimo a nadie a leerlo, porque es la mejor manera de comprobar el grado de credibilidad que alcanza. Yo, si tengo estómago, también lo haré.

miércoles, 2 de junio de 2010

La verdadera historia de Miss Sarajevo


En noviembre de 1995 la mítica banda irlandesa U2 cautivó al mundo con un tema compuesto para llegar al corazón. La canción Miss Sarajevo formaba parte del proyecto Passengers, con el que el cuarteto dublinés experimentaba nuevos mundos musicales en compañía de músicos de su entorno. Miss Sarajevo era una balada espiritual en la que una estrofa interpretada en italiano por el genial Luciano Pavarotti ponía la guinda a una composición que encerraba una dramática historia real: la de un grupo de ciudadanos que, durante el terrible asedio de Sarajevo que durante 1992 y 1996 costó la vida a 10.000 personas, tuvieron la iniciativa de organizar un concurso de belleza en un sótano como símbolo de resistencia a la guerra.

En el videoclip de la canción aparecían un grupo de jóvenes participantes con una llamativa pancarta en inglés: "Don't let them kill us" (No dejéis que nos maten), y después una guapa jovencita rubia emocionada al recibir su corona. Pronto la imaginación popular creó la leyenda urbana de que la vencedora de aquel concurso murió víctima de los disparos de un francotirador. Es curiosa la necesidad (o la mala intención) de la mente humana de crear finales trágicos para historias tan hermosas.



Fuera de la legendaria tragedia se esconde una historia que se desarrolló en la histórica capital bosnia en la primavera de 1993. La disolución de Yugoslavia precipitó una sangrienta guerra civil donde unos por buscar su independencia y otros por impedirla, convirtieron los Balcanes en un campo de batalla no visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Por entonces, la ciudad era machacada día y noche desde las colinas que la rodean por la artillería del doctor Radovan Karadžić, arquitecto del genocidio bosnio en nombre de la unidad de los serbios de Bosnia. Para completar la faena, los famosos snipers, francotiradores apostados en edificios por toda la ciudad que convertían el simple hecho de salir a comprar el pan en un riesgo mortal, convertían la vida en la ciudad en lo más parecido al infierno de Dante.

La idea de organizar el concurso de belleza ''Miss Sarajevo 1993'' partió de un grupo de sarajevitas empeñados en mantener la vida de la ciudad, y de mostrar al mundo que la penitencia a que eran sometidos a diario no podría con sus deseos de vivir. Pero toda esta historia no hubiera sido posible sin la presencia del director norteamericano Bill Carter, un personaje muy involucrado en el conflicto bosnio y que planificó la grabación del certamen en un vídeo que mostrase al mundo las condiciones que estaban soportando los habitantes de la ciudad sometida al asedio más largo de la historia moderna.

Y aquí apareció Miss Sarajevo. Inela Nogić era una joven y guapa musulmana del barrio sarajevita de Dobrinja, conocido como little Hiroshima por el nivel de destrucción que lo asolaba, y que se presentó al concurso animada por su madre. Las condiciones en que se realizaron los ensayos previos, realizados en el sótano donde se desarrolló el concurso, también fueron grabadas por la cámara de Carter. Estas imágenes fueron proyectadas en distintos conciertos de U2 durante su gira Zoo TV Tour. Carter había convencido a Bono, conmocionado por los sucesos de los Balcanes, de la repercusión de emitir estas imágenes durante sus conciertos. Y ahí apareció la imagen que dio la vuelta al mundo: las participantes en el concurso con la pancarta con el Don't let them kill us que encogió los corazones de los espectadores y se convirtió en un símbolo de la resistencia al asedio. Después, la emoción de la joven Inela al recibir la corona hizo el resto.


En 1995 Bill Carter montó su célebre documental con las imágenes grabadas en Sarajevo, narrado por una simpática niña bosnia, Alma Catel, que se convirtió en parte de la historia. Como banda sonora, U2 compuso la mítica Miss Sarajevo, a la que Pavarotti encumbró con su estelar aportación.

Pero... y qué fue de Miss Sarajevo?. Aunque la imaginación popular pretendió darle un final trágico fulminada por un francotirador, es muy probable que, paradójicamente, aquel concurso salvase la vida de Inela Nogić. Porque aquella mágica noche del 29 de mayo de 1993, muchas puertas se abrieron para la joven sarajevita. Gracias a aquel certamen, Nogić conoció a un periodista holandés 11 años mayor que ella, con quien estableció una relación y con quien se fue a vivir a Holanda un año después, dejando atrás el infierno de la guerra.

Y en 1997 se cerró el círculo cuando U2 visitó Sarajevo dentro de su gira PopMart Tour en un concierto que pasará a los anales de la historia. La banda irlandesa se puso en contacto con Nogić, que se encontraba en Francia trabajando como modelo, y la trasladó desde Niza en su avión privado como invitada especial al evento. Allí, recibidos por la fuerza militar internacional que aún protegía la ciudad, realizaron un tour por la ciudad en un automóvil en el que Bono le cantó Miss Sarajevo. Nogić asistió como invitada especial a un concierto que se convirtió en la presentación mundial del nuevo Sarajevo.

The Edge, Inela Nogić y Bono, en el auto en el que recorrieron las calles de Sarajevo en 1997.


Tras finalizar sus estudios de diseño gráfico, Nogić (que tiene dos hijos y se separó del periodista neerlandés) ha establecido su residencia en Ámsterdam, donde el año pasado concedió una entrevista para un portal bosnio de internet. Cuando le preguntaron qué sintió en el momento en que fue elegida miss, declaró "Feliz. Aunque tampoco era consciente de lo que estaba pasando" Dieciséis años antes, y a la pregunta de qué planes de futuro tenía tras su victoria, fue más tajante: "No tengo planes. Podría estar muerta mañana".

Inela Nogić, en 2009, en una entrevista para un portal bosnio de internet.

Es esta una extraordinaria historia real. A veces, nos empeñamos en buscar finales trágicos para historias que realmente son maravillosas. Y la de Miss Sarajevo lo es, aún más que la canción que la convirtió en mito.

martes, 1 de junio de 2010

La metamorfosis de la información

Como observador en general, me resulta decepcionante el sesgo que ha adquirido la información en nuestro país en las últimas décadas. Los periodistas defienden más el ideario de una formación política que los propios 'políticos'.

Pero ese es un tema que ya abordaré cuando proceda; en este caso me quiero detener en el curioso fenómeno que ha prostituido la información deportiva en nuestro país, y cuando digo a nuestro país me refiero a Ejpaña. Afectado, claro está, por esa enfermedad tan moderna e inexplicable que yo llamo basurismo: la comida basura, la telebasura, música basura, y ahora periodismo basura, curiosamente todos ellos con un denominador común: son de usar y tirar. Posiblemente son el resultado de una sociedad sin ambiciones ni principios, pero eso que lo decida un sociólogo.

Y en este inframundo del periodismo-deportivo-basura, abordaré un caso particular, por ser el periódico más vendido en España y por tanto el que produce mayor repercusión mediática: el diario MARCA. Cuando nació MARCA, a finales de los años 30, no pasaba de ser un semanario nacional dedicado exclusivamente a un mundo entonces tan poco profesional como el del deporte. Después de convertirse en diario, su crecimiento siguió una línea ascendente exponencial al desarrollo del país y al del interés ciudadano por el deporte, en especial por el fútbol.

Con la explosión definitiva del deporte rey en nuestro país, MARCA se vio sometido también a unos intereses que le convirtieron en un panfleto que muy poco tenía que ver con aquel pionero semanario que fundó Manuel Fernández Cuesta (no confundir con su hermano el falangista). El peso específico del Real Madrid, un equipo que, tanto por historial como por factores que muy poco tenían que ver con el fútbol, se había convertido en el símbolo del deporte de equipo en España, pasó a marcar de una forma notoria la información de MARCA, muy por encima de lo deseable en un diario nacional. De esta forma, al finalizar el siglo XX, y con directores como Luis Infante Bravo, Manuel Saucedo y, en menor medida, Elías Israel, la línea editorial del periódico quedaba tristemente sometida por toda la información relacionada con el equipo merengue, además de mostrar un tufillo favoritista que alejó la palabra neutralidad de sus características.


Pedro J. Ramírez, Jaume Matas y Eduardo Inda, el trío de las Baleares


Pero, tras la compra en 2007 del grupo editorial Recoletos, editor de MARCA, por parte de Unidad Editorial, propietaria del diario El Mundo del inefable Pedro J. Ramírez, la historia de MARCA dio un giro espectacular en su larga historia. Una de las primeras decisiones de Pedrojota al frente del nuevo conglomerado fue la incorporación de un siniestro personaje, Eduardo Inda como director de MARCA, extraña decisión teniendo en cuenta que la relación de Inda con el deporte era más bien discreta (una corresponsalía en Navarra para el ABC). ¿Quién era entonces Eduardo Inda? licenciado en ciencias de la información por la Universidad de Navarra, se desenvolvió sin pena ni gloria hasta que en 1994 se incorporó como redactor local al diario El Mundo. En 2002 recibió su primer destino estratégico: director de la edición del diario de las Islas Baleares. Ya por entonces era un asistente de confianza de Pedrojota, lo que obvia cualquier explicación sobre su desempeño en las Illes. Lo políticamente incorrecto dice que ejerció de Ministro de Propaganda de Pedrojota para situar al Partido Popular como formación gobernante en el parlamento balear, con su presidente Jaume Matas a la cabeza, deseo que se convirtió en realidad tras las elecciones autonómicas de 2003. De aquella oscura etapa queda el procesamiento de Matas por corrupción y su condena a prisión eludible bajo fianza, pero eso ya es otra historia.

El caso es que, o como agradecimiento a los "servicios prestados" o para volver a utilizarlo como marioneta (o ambas opciones), Pedrojota puso al frente del diario más vendido de España a alguien que tres años después lo había transformado en un panfleto de manipulación, sensacionalismo, soberbia, desvergüenza y humillación a otras entidades, lo cual, como afirmaría el propio Inda en su coletilla favorita "no es moco de pavo". La manipulación de MARCA en el panorama deportivo actual alcanza límites alarmantes: influye en destituciones de entrenadores, ningunea equipos, humilla deportistas, manipula encuestas y discrimina deportes, lo cual nos lleva a afirmar que MARCA ya no es un diario deportivo. Además, por si fuera poco, ha aparecido una nueva figura en todo este entramado: la de Florentino Pérez, quien sospechosamente volvió a la presidencia del Real Madrid tras una salvaje campaña propagandística desde MARCA que incluso evitó la convocatoria de elecciones. Desde la vuelta del señor Pérez, dueño de la constructora ACS a la presidencia del Madrid, MARCA se ha dedicado insistentemente a ensalzar su gestión y facilitarle el trabajo sucio criticando a sus futuras víctimas, como ocurrió en el lamentable episodio del cese del entrenador Manuel Pellegrini al frente del equipo. Sin olvidar la obsesiva persecución a que sometió al ex-presidente Ramón Calderón, tras su salida del club a cuenta de una irregular asamblea precisamente denunciada por MARCA. Todo esto hace que la relación Pedro J. Ramírez - Florentino Pérez cierre el círculo de la intriga.


Con todo esto nos encontramos dirigiendo el diario español con más lectores a un oscuro personaje cuya capacidad de decisión aún desconocemos, y que últimamente se ha metido además a analista deportivo, con las consiguientes situaciones cómicas que ello conlleva. A raíz de lo que se puede denominar metamorfosis de la información, surgen ciertos interrogantes que cierran el cerco en torno a esta situación: ¿A qué se debe la línea que sigue MARCA? ¿Es sólo una estrategia comercial o hay algo más detrás del oscuro dúo Ramírez-Inda? ¿Hace el director de MARCA exactamente lo que le ordena su jefe, o la situación actual del diario es resultado de su macabra mentalidad? ¿Por qué los españoles siguen comprando un periódico que, como poco, fomenta el odio y la violencia? ¿Por qué el resto de la prensa deportiva, salvo honrosas excepciones, no se atreve a denunciar tan mafiosa situación? Quizás las respuestas jamás las sepamos.

De momento, las nuevas tecnologías sirven para denunciar el asunto: un grupo en Facebook y una web opositora se encargan de denunciar las tramas de lo que un día fue un diario deportivo.