Ratko Mladić y Juan Yagüe son dos militares de carrera, considerados brillantes en el transcurso de sus respectivas carreras. Yagüe se había curtido en la Guerra de Marruecos y tuvo un papel decisivo en la Guerra Civil Española. Cuando murió en Burgos, en 1952, Mladić tenía 10 años y era huérfano de un partisano serbio que cayó en una escaramuza contra los ustashi, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Cinco años después ingresó en la academia militar, progresando en el Ejército Popular Yugoslavo hasta convertirse en General en jefe del ejército de los serbios de Bosnia. Ambos personajes pues, es poco probable que coincidieran, pero acabaron protagonizando dos de los episodios más horripilantes de la historia del viejo continente.
Ratko Mladić y Juan Yagüe
Badajoz era en 1939 capital de una comarca agrícola de aquella Extremadura profunda. Con 41.122 habitantes, la época que precedió a la Guerra Civil Española vivió allí la rebelión del campesinado contra los terratenientes, la expropiación de las tierras de los señoritos y la represión contra la iglesia católica. Era, pues, un feudo de los parias de la tierra. A 2.240 km en línea recta se encuentra Srebrenica (la ‘ciudad de la plata’ o Argentaria de los romanos que explotaron sus minas), encajonada entre las montañas del este de Bosnia y con la madera de sus bosques y sus aguas medicinales como únicos recursos. Cuando empezó el conflicto yugoslavo, los guerrilleros de Naser Oric expulsaron o eliminaron a la población serbia, quedando sólo los musulmanes, (unos 50.000 con los refugiados de otras regiones) herederos religiosos de la ocupación turca.
El contexto del conflicto civil español y el yugoslavo tuvieron muy poco que ver, y sucedieron en dos períodos históricos radicalmente distintos. Si en la España de los años 30 lo provocaron divisiones sociales y políticas, en los Balcanes de los 90 intervinieron decisivamente factores religiosos y nacionales, especialmente en Bosnia. Pero un factor común alentó el genocidio y encendió la mecha que explotó en sucesos espeluznantes: el odio. El odio engendrado por generaciones. El odio irreconciliable entre formas de vida distintas, y sobre todo, el odio instigado por políticos que condujeron a quienes supuestamente debían representar a las más horribles situaciones de la historia moderna de Europa.
Las tropas de Juan Yagüe tomaron Badajoz el 14 de agosto de 1936. Tenía bajo su mando 2.250 legionarios y 750 regulares marroquíes que asaltaron la ciudad amurallada ante la inútil oposición de las pobremente equipadas milicias republicanas que la defendían. La ciudad era objetivo estratégico de los fascistas, pues abría un pasillo que comunicaba sus grupos de ejércitos del norte y del sur del país. En esa fecha, Srebrenica pertenecía al Reino de Yugoslavia, y su población agrupaba a serbios y musulmanes dedicados a labores agrícolas y forestales. 56 años más tarde, ambas etnias se convirtieron en enemigos irreconciliables, que alternativamente eran expulsadas por la otra de su centenaria ciudad. El 11 de julio de 1995, a pesar de que había sido declarada zona segura por la ONU, y de que un batallón neerlandés de UNPROFOR protegía a la población civil, el ejército de los serbios de Bosnia, al mando de su comandante en jefe, el general Ratko Mladic, devastó las defensas de la Armija (el ejército de Bosnia y Herzegovina) y tomó la ciudad, uniéndola al territorio bajo control serbobosnio.
El destino de la población civil en ambos casos corrió por cuenta de decisiones superiores. A pesar de que siempre se trata de otorgar al paroxismo del momento la responsabilidad en estas masacres, ambas tuvieron claros instigadores: en España, los directores del golpe de estado, Francisco Franco, Emilio Mola, y especialmente el sádico Gonzalo Queipo de Llano, promovieron una campaña de ejecuciones masivas que tenía como objetivo purgar el país concienzudamente de izquierdistas y sembrar el terror entre aquellos que todavía resistían. En la nueva República de Bosnia y Herzegovina, el líder de la minoría serbia, el doctor Radovan Karadžić, proclamó la República Serbia de Bosnia como hogar de todos los serbios que no aceptaban la soberanía bosníaca. La heterogeneidad étnica del nuevo estado convirtió la limpieza étnica en práctica habitual de los contendientes, que llevaron a cabo el traslado forzoso de millones de personas. De Karadžić partió la orden directa de la toma de Srebrenica. ¿Fueron Yagüe y Mladić meros ejecutores de una sentencia ya dictada? Por supuesto que no.
Lo cierto es que, más allá de las guerras de cifras, de la influencia de la propaganda, del negacionismo y del revisionismo, en ambas ciudades fue exterminado un porcentaje de población civil que puso sus nombres en la página más negra de la historia. Ser ‘’rojo’’ aquel infausto día de agosto en Badajoz fue el delito por el que entre 2.000 y 4.000 personas fueron fusiladas, incineradas y sepultadas. En la montañosa ciudad de Bosnia oriental, ser mayor de edad, varón y musulmán fue el pretexto por el que las tropas de Mladic y paramilitares serbios quitaron la vida a 8.100 personas y las sepultaron en un radio de 20 km.
En ambos casos, la prensa recogió sendas declaraciones de intenciones que no dejan lugar a la duda sobre la implicación de los directores de orquesta, antes:
“Aquí estamos, el 11 de julio de 1995, en la Srebrenica serbia, justo antes de un gran día para Serbia. Entregamos esta ciudad a la nación serbia, recordando el levantamiento contra los turcos. Ha llegado el momento de vengarse de los musulmanes” Ratko Mladic, a la televisión serbia.
Y después:
“Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar 4.000 prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?” Juan Yagüe, al periodista John T. Whitaker
Pero la guerra no se inventó en la España del ’36: ya existía; y como alguien trató de recordarnos, es algo inherente al hombre. Lo que no existía fue ese ensañamiento que practicaron contra la población civil los sublevados contra la II República Española. No al menos, en la dimensión mediática que alcanzó la masacre de Badajoz. Cierto es que el holocausto armenio ya se había producido, pero su ocultación y menor cobertura mediática lo relevaron a un segundo plano hasta estudios más modernos. El holocausto nazi en la Segunda Guerra Mundial asombró al mundo y propició el camino para redactar unas leyes que condenasen la eliminación sistemática de un grupo nacional, étnico, racial, político o religioso, legislándolo con el término genocidio y considerándolo un crimen contra la humanidad no prescriptible. En 1995 Srebrenica desempolvó el libro del horror y recordó a la moderna Europa que la amenaza estaba a la vuelta de la esquina. Como sensatamente dijo Karl von Clausewitz, (uno de los estrategas militares más grandes de todos los tiempos) la finalidad de la guerra es desarmar al enemigo, no exterminarlo.
Se están publicando muchas calumnias y falsedades sobre el General Yague
ResponderEliminarAsi es, aunque a las alturas que vivimos parece mentira que todavia la gente se crea las mentiras de unas ideas que costaron a la humanidad hasta el momento,más de 100 millones de muertos, llevan muchisimos años con su propaganda de repetir una cosa una y otra vez hasta que la gente lo cree,a mi respecto no me dejare convertir en un borrego al que llevan donde quieren
EliminarEstá expuesto a ello: tuvo máximo protagonismo en una cruel guerra civil y participó en sucesos de máxima gravedad. Lo lógico es que sea una figura controvertida. También existe una campaña por lavar su imagen que no cuenta con muchos argumentos, la verdad.
ResponderEliminarGran post, con tu permiso, te tomo prestada una foto. Saludos!!
ResponderEliminarSin problemas, además no tengo el copyright de ninguna ;-) Saludos.
ResponderEliminarmira sinverguenza, calumnias del general yague de que? yo soy de badajoz, mis abuelos y bisabuelos fueron testigos de la toma de badajoz, y no se sabe a cuantos exactamente,pero que ese hijo de puta mando matar a miles de personas sin compasion alguna(entre ellos muchos civiles) eso te lo puedo yo garantizar y pongo la mano en el fuego por ello. Y mis abuelos no eran rojos, eran apoliticos y pobres campesinos analfabetos que luchaban por sobrevivir.
ResponderEliminarEl insulto te pone sin duda en el lugar que te corresponde, eres un rogelio trasnochado sin ningun argumento o prueba en contra de lo que afirman los demas, lee historia de verdad y podras comprobar que la mayoria de lo que dijeron fueron bulos inventados por periodistas adictos al regimen frentepopulista , aqui el unico sinverguenza eres tu pero no por mala idea,solo por mal informado
EliminarCaballero he de decirle que ese hombre mando fusilar sin ningun reparo a todo lo que se le ponia delante me lo han dicho hombres que por su edad avanzada ya fallecieron y que casi todos coincidian en ser huerfanos por aquella masacre, tambien le digo que mato mas labriegos y gente que no tenia ideales porque no sabian ni que pensar que "enemigos" como el los llamabra, se lo dice un largo descendiente de muchas generaciones en badajoz.
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